El placentino Míchel Pedrero, a las puertas de ser el mejor fotoperiodista mundial del año

Su reciente trabajo en Sudán, donde capturó instantáneas del golpe de Estado, le colocan entre los mejores del mundo.

08 February 2022

El placentino Míchel Pedrero, "contador de historias" a través de su cámara según su propia definición, se ha colado entre los mejores fotoperiodistas del planeta y postula, ya en la fase final, en el World Press Photo, el certamen de fotografía más prestigioso del mundo, gracias a su reciente trabajo 'Sudán nos mira', realizado en el país africano y que le ha llevado a capturar desde el mercado de camellos más importante del mundo hasta las revueltas ciudadanas en pleno golpe de Estado.

Su último viaje ha sido en el país africano, y si bien la premisa era capturar el tráfico de camellos, las miradas de los sudaneses o tradicionales danzas, se encontró en el enésimo golpe de Estado en el país africano.

Su cámara encontró fotos en Kerma, donde cientos de personas se manifestaban civilmente reclamando el poder para la ciudadanía contra el movimiento golpista del general Abdel Fattah Al Burhan.

Señalar que, en zonas más rurales del país como la región de Nubia también se manifiestan contra el golpe y las detenciones de miembros civiles del Ejecutivo sudanés, incluido el primer ministro Abdalla Hamdok, su cámara ha sido capaz de documentar y relatar la lucha del pueblo sudanés, las miradas y los escenarios durante este tiempo de conflicto.

El golpe de Estado no desvió la atención del fotoperiodista placentino, que también consiguió el reto de hacerse con testimonios del mercado de camellos en el desierto de El-Molih, a 100 kilometros de Jartum, capital del país.

En ese entorno, cientos de camellos son vendidos y cargados en camiones todos los días "sin ningún cuidado esperando para hacer su viaje desde el desierto a Egipto o el Mar Rojo para ser enviado a Arabia Saudita".

Según Pedrero, Sudán es uno de los mayores exportadores de camellos del mundo y tiene el segundo mayor número de camellos de todo el planeta, y desde allí parten tanto al mundo de las carreras de alto nivel en el Golfo Arábigo como a los mercados de carne de El Cairo. En sus fotografías Pedrero capta el sufrimiento de los camellos y su lucha por huir de sus ataduras.

También tuvo tiempo de plasmar una ceremonia sufí en la mezquita Hamid El-Nil en Omdurman. En este rito, muchos sufíes visten túnicas muy coloridas mientras bailan al ritmo de los tambores, girando y pateando hasta que entran en trance.

En el clímax de la danza, los sufíes dicen que sus almas se comunican con Alá y las purifica del mal, en un hechizo "que solo se rompe con la llamada a la oración de la tarde".

Los sufíes de Omdurman, explica Pedrero, "ven esta ceremonia como algo sacado de los primeros días del Islam, se celebra todos los viernes al atardecer e incluso en tiempos de conflicto se sigue celebrando fielmente", algo de lo que pudo dar fe con su cámara.

A esto suma una serie de retratos de sudaneses aquejados de tracoma, enfermedad que les provoca ceguera en uno o ambos ojos, "un tema muy interesante" sobre el que pudo investigar en su recorrido.